Moléculas a reacción

Blog de divulgación del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea

¿Deberíamos llamarlo Vanadio?

Fernando Gomollón Bel (ISQCH)

El Carnaval de la Química es una iniciativa muy interesante promovida por un montón de blogs de divulgación. Lleva ya nada más y nada menos que veintitrés ediciones y, como sabéis, desde el ISQCH nos hemos lanzado a participar en ésta, la XXIIIª Edición, organizada por @luisreig de @molesybits.

En la entrada principal del carnaval se dan un montón de ideas sobre posibles temas que tratar, muchos de ellos basados en el número veintitrés que, de por sí, es un número muy interesante: además de ser primo, presenta una gran variedad de curiosidades. Pero vamos a hablar de Matemáticas, que a nosotros nos quedan algo lejos. Como nos va más la Química, ¿qué puede haber mejor que el elemento 23 de la tabla periódica? El elemento 23 es el que podéis observar en la foto: el vanadio (23V). Pero, ¿sabíais que originalmente no se llamó así? ¿Y sabíais que es uno de los tres elementos de la tabla periódica descubiertos por investigadores españoles, junto con el platino y el wolframio? Si os apetece conocer la historia del vanadio, seguid leyendo.

El metal es dúctil, blando y escaso en la Tierra. El sueco Nils Gabriel Sefström lo encontró mientras trabajaba con distintos minerales y, como daba disoluciones en agua de colores muy bonitos, decidió llamarlo vanadio, en honor a Vanadis, la diosa escandinava de la fertilidad y la belleza, esposa de Odín. El sueco creyó haber sido el primero en detectar este curioso metal, pero en realidad el español Andrés Manuel del Río Fernández había conseguido obtenerlo veintinueve años antes.

Disoluciones de Vanadio (de izquierda
a derecha: VO2+, VO+2, V+3, V+2). Fueron estos bonitos colores los que
llevaron al sueco Sefström a bautizar al elemento con el nombre de la diosa de la belleza. (Foto de Moles y Bits)

Del Río había estudiado Filosofía, Teología y Literatura en Alcalá de Henares, pero luego se pasó a las Ciencias y estudió Química y Metalurgia por toda Europa: España, el imperio Austro-Húngaro, Alemania e Inglaterra. En 1794 viajó, bajo orden del Rey Carlos III, a Nueva España (actual México). Allí se había fundado un Seminario de Minería que estaba dirigido por Fausto Elhuyar (el español descubridor del wolframio, precisamente) y Andrés del Río se encargaría de la Cátedra de Química y Mineralogía.

Durante su estancia al otro lado del Atlántico, Del Río trabajó con muestras de minerales de plomo locales. Al someterlos a tratamientos con calor o con ácidos, se producían unas sustancias rojas que normalmente no daban las sales de plomo. El científico atribuyó estos cambios a la presencia de un nuevo metal. Consiguió preparar algunas de sus sales y, por su reactividad parecida al cromo lo bautizó pancromium. Más tarde, debido a los productos rojizos que había obtenido en primer lugar, decidió cambiar el nombre de su descubrimiento a eritronio (del griego eritrós ἐρυθρός, que significa rojo). Pero Andrés del Río no tuvo mucha suerte: envió muestras de su recién descubierto eritronio al alemán Alexander von Humboldt, que determinó (erróneamente) que lo que el español había enviado era en realidad cromo y no un nuevo elemento. Por esto, Sefström tuvo el privilegio de bautizar el elemento cuando lo encontró en las minas de Suecia, tres décadas más tarde que Del Río. Ya entonces, el químico alemán Wöhler comprobó que el elemento hallado en Escandinavia era el mismo que el que había encontrado Del Río en el Yucatán años antes. Humboldt incluso reconoció su error y otorgó el mérito del descubrimiento al español. No obstante, el nombre del sueco pervivió y el del español quedó en el olvido.

En palabras del propio Del Río:

«El uso, que es tirano de las lenguas, ha querido que se llame vanadio por no sé qué divinidad escandinava. Más derecho tenía otra mexicana, que en sus tierras se halló hace treinta años.»

Hoy todavía llamamos al elemento 23 vanadio, pero la comunidad científica atribuye su descubrimiento, sin lugar a dudas, a Del Río. Algo así como lo que ocurre con Meucci y el teléfono. Como reconocimiento a su gran labor como Químico y estudioso de los minerales, la Sociedad Química de México otorga, desde 1964, el Premio Andrés Manuel del Río a «[…] los profesionales de la Química que hayan contribuido de manera extraordinaria a elevar la calidad y el prestigio de la profesión Química en México […]».

Referencias:

Diario Médico: “Vocablos olvidados: Eritronio”, 08/06/2009, consultado el 12/03/2013.
Electrones Excitados.com: «Vanadio no, eritronio», 13/07/2009, consultado el 12/03/2013.
Wikipedia.org: «Andrés Manuel del Río», consultado el 12/03/2013.
Wikipedia.org«Fausto Delhuyar», consultado el 12/03/2013.
Wikipedia.org: «Vanadio», consultado el 12/03/2013.

Esta entrada participa en el
XXIII Carnaval de la Química alojado en el blog molesybits

XXIII_Carnaval_de_Quimica

Acerca de isqch

El Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea (ISQCH) es un instituto de investigación química mixto entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Zaragoza.

8 comentarios el “¿Deberíamos llamarlo Vanadio?

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  2. luisreig
    15/03/2013

    ¡Muy bueno! Llámame ignorante, pero desconocía que el vanadio había sido descubierto por un químico español, así que la historia del descubrimento y denominación de este elemento me ha parecido muy interesante.

    Muchas gracias por participar en el XXIII Carnaval de la Química, me ha parecido una entrada fabulosa.

  3. Ismael
    16/03/2013

    Me encanta esta entrada. El vanadio siempre me ha parecido un elemento curiosísimo, prácticamente por la ascidia, un ser marino que contiene este elemento en su interior. Gracias por entradas como estas.

    Un saludo.

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  7. Fernando
    17/03/2013

    @LuisReig e @Ismael me alegro mucho de que os haya gustado el artículo. Es curioso cómo, en palabras de Del Río, el uso es tirano de las lenguas y perviven vocablos incorrectos. Es algo parecido a lo que le pasó al pobre wolframio, que como sabréis en las lenguas anglosajonas se conoce como tungsteno, curiosamente también «por culpa» de un sueco.

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