Fernando Gomollón Bel (ISQCH)
La sangre tiene un olor metálico. Por el hierro, pensaréis. No, no es por el hierro, sino por un compuesto químico llamado trans-4,5-epoxi-(E)-2-decenal, tal y como han demostrado unos científicos suecos.
Trans-4,5-epoxi-(E)-2-decenal
(Imagen cortesía de @moleculd)
La supervivencia de muchas especies depende del olor de la sangre. Este sirve como señal de alarma (¡hay alguien herido!), para localizar presas o incluso actúa como una feromona, dando información sobre el ciclo sexual de las hembras.
Hasta ahora se desconocían los compuestos responsables, pero ya estamos más cerca de resolver el misterio. Y esto es útil más allá de la investigación básica: podrían sintetizarse repelentes de animales más efectivos (para plantaciones, zonas cercanas a autopistas…) y enriquecerse los ecosistemas en cautividad.
Primero, se identificó el trans-epoxi-decenal como responsable del olor metálico mediante una técnica llamada “cromatografía de gases –olfactometría” (en el vídeo se muestra cómo funciona esta técnica).
Luego, se prepararon muestras diluidas de este compuesto, de acetato de isoamilo (olor a plátano) y de sangre de caballo. Después, los investigadores esparcieron troncos impregnados con los diferentes olores (así como troncos limpios, que servirían de blanco) por una parcela en la que se soltaron diferentes especies de mamíferos carnívoros (perros salvajes y tigres).
Los biólogos comprobaron que todos los animales interaccionaban y jugueteaban más con los troncos impregnados de sangre real y, curiosamente, con los troncos impregnados del trans-epoxi-decenal.
El resultado fue todavía más interesante en el caso de los perros salvajes africanos. Por alguna razón, les costaba mucho diferenciar el olor de la sangre y el olor frutal del acetato de isoamilo. Sin embargo, corrían sin distraerse hacia los troncos impregnados de trans-epoxi-decenal.
Los humanos olemos el trans-epoxi-decenal como algo metálico, que nos recuerda a la sangre. Parece que los animales también lo reconocen y por eso se lanzan a buscar los troncos impregnados de esta sustancia. Sin embargo, no podemos asegurar que ellos perciban el olor de la misma manera (no ven como nosotros, no oyen como nosotros, ¿por qué iban a oler como nosotros?). Del estudio tampoco puede concluirse que sea el único compuesto responsable.
Eso sí, está claro que esta sustancia atrae a los animales de algún modo. Los autores del estudio sugieren usarla en zoológicos para mantener activos a carnívoros en cautividad, ya que suelen volverse muy sedentarios.
Además, comprender el mecanismo por el que los animales detectan la sangre sería útil tanto para crear comidas más apetecibles como para preparar repelentes más eficaces (que podrían evitar muchos desafortunados accidentes).
Esta entrada participa en el XLI Carnaval de Química alojado en el blog cienciaonline.com.
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